
La entrada sobre el manifiesto de los profesores del IES Lucus Solis, me lleva a trasladar para reflexión de todos las siguientes ideas.
Hace veinte años estaba en quinto de Filología clásica, mi intención por aquella época era ser profesor de instituto, para ello tuve que cursar en el ICE (Instituto de Ciencias de la Educación) el CAP (Curso de Aptitud Pedagógica), antes de presentarme a las oposiciones que convocaba la Junta de Andalucía (que aprobé a la primera con 8,84 de nota, pero me quedé sin plaza; en fin, esa es otra historia, muy relacionada con la puntuación extra que daban a los interinos y de la que quedábamos privados los opositores libres; luego estudié Derecho y actualmente ando por juzgados y tribunales litigando, pero esa es también otra historia).
Recuerdo muy bien las clases del CAP, como si las estuviera oyendo ahora. Como si estuviera asistiendo en este momento a los discursos de aquellos pedagogos que las impartían, pues parecían todos cortados por una especie de patrón ideológico (en la Junta de Andalucía ya mandaba el PSOE, cosa que no ha dejado de hacer desde entonces, y el presidente del Gobierno era Felipe González Márquez). Nos querían transmitir la idea de que la relación entre profesor y alumnado no debía ser de autoridad, sino igualitaria; que los futuros profesores tenían que ser “amigos”y “colegas” de los alumnos. No exagero, usaban esas expresiones concretamente. Hablaban mucho de la democracia en la enseñanza, tenían la idea de que los alumnos eran una especie de angelitos a los que había que llevar en igualitarias y democráticas volandas al paraíso del aprendizaje lúdico, sin esfuerzo y relajado.
Esas ideas han ido calando como una lluvia fina en los veinte años transcurridos desde entonces, y el resultado es el que ahora padecemos en la enseñanza: precisamente aquello de lo que se quejan los profesores del IES Lucus Solis.
Lo peor es que todavía hay ciegos que no quieren ver. Que no quieren darse cuenta de que la enseñanza necesita un verdadero golpe de timón, porque esas ideas pedagógicas muy buenistas y muy progresistas han demostrado ser un desastroso error. Digo que lo peor es la existencia de ciegos que aún no quieren verlo, porque en este mismo blog el Sr. tresxcuatro ha relacionado democracia con enseñanza, y niega el principio de autoridad al decir que por el simple hecho de poseer un titulo universitario el profesor no tiene por qué estar por encima del alumno. Cuando justamente es así: el profesor está por encima del alumno, por definición, y por principio. Porque sabe más que el alumno, y porque sabe, tiene autoridad, palabra que procede del latín “auctoritas”, a su vez relacionada con el verbo “augere”, que significa “aumentar, hacer crecer”. Pero claro, para saber estas cosas hay que saber latín, una de las asignaturas proscritas por la LOGSE socialista. La autoridad no significa un ejercicio despótico de mando, sino constituye una transmisión de enseñanza, de conocimientos desde aquél que sabe al que no sabe, y por eso precisamente, la relación ha de ser de respeto. Y por eso también el que sabe está por encima del que no sabe, porque el que sabe tiene la “auctoritas” que el alumno no tiene, y que además de no tener, está incapacitado para adquirir por sí mismo (salvo casos rarísimos de una dotación intelectual extraordinaria). Sólo cuando empieza a adquirir conocimientos, el alumno va adquiriendo también “auctoritas” en el sentido etimológico del término. En el momento en que el alumno deja de respetar a su profesor, está también faltando el respeto a los contenidos de la enseñanza que ese profesor le transmite, por mucho dominio que el alumno tenga de las nuevas tecnologías.
El otro error de aquellos pedagogos, y en el que algunos persisten con absoluta contumacia, es que en la enseñanza debe haber democracia. Democracia, ¿por qué? Si hay unos cuya misión es aprender, instruirse, y la de otros enseñar a aquéllos, ¿por qué democracia? Si la enseñanza ha de regirse por el principio de autoridad, ¿por qué democracia? ¿Cuál es el artículo de la Constitución que diga que el funcionamiento del sistema educativo haya de ser democrático? Se puede, y se debe estudiar la democracia en la enseñanza, sus principios, su historia (desde los tiempos de la Atenas de Pericles, y de la república de Roma, que no hemos inventado la democracia ahora, como algunos quieren hacer creer), y sobre todo, la estrecha relación de la democracia con el Estado de Derecho, cuyo fundamento es el respeto a la ley.
Pero no es el sistema educativo el lugar para ejercer la democracia. Eso es tan disparatado como pretender que el Ejército también funcione democráticamente.
-Mi comandante, avanza sobre nuestra posición un batallón de infantería enemiga.
-Recibido, sargento, reúna a la tropa para votar si respondemos o no a la agresión.
Resultado: todos muy democráticamente muertos.
Pues en la enseñanza, tres cuartos de lo mismo: todos muy democráticamente ignorantes.
Publicado por colaborador SM: Mon mothma
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