
¿Cómo ha podido ir sucediendo todo esto? Desde hace años se vienen dando datos de mujeres maltratadas, incluso de muertes por causa de estas agresiones, dándonos la impresión de que las relaciones entre hombre y mujer son una especie de campo de Agramante en el que sólo tienen cabida la pelea, el enfrentamiento, la lucha por el dominio, los guantazos y los moratones. Desde luego, la Ley integral contra la violencia de género (LO 1/2004), así lo ve, según se puede deducir de su propia exposición de motivos y su primer artículo: parte de la premisa de que las relaciones entre hombre y mujer están llamadas a ser de dominio de aquél sobre ésta.
En el principio no fue así -y aquí uso la palabra principio en el sentido que tiene en el Libro del Génesis-. Hombres y mujeres no hemos sido creados para eso, sino para la ayuda mutua, para la convivencia, para continuar la especie, en definitiva para la armonía. Aunque no salga en las estadísticas, hay muchos casos en que es así, pero esto no es noticia.
La causa de todos estos males viene de lejos. Tiene su origen remoto en la trivialización de las relaciones matrimoniales y familiares. Cuando toda la propaganda y la TV ridiculizan el matrimonio, la fidelidad, se degrada la familia reduciéndola al mismo nivel que otros tipos de agrupaciones humanas, se exalta la sexualidad desbocada y desvinculada del amor, reduciendo a las personas a meros objetos de los que disfrutar egoístamente a capricho, ¿qué tiene de extraño que acabemos donde hemos acabado?
¿Cuándo y cómo empieza un hombre a pegarle a su mujer? ¿O una mujer a su marido? Cuando previamente ha dejado de ver en su cónyuge una compañera o un compañero, y en su lugar ve “una cosa” a la que no tiene consideración ni respeto ninguno. Esto empezó ya antes, empezó cuando en vez de la fidelidad para toda la vida, se planteaba tener con esa mujer o ese hombre una relación que pudiera romperse a capricho de cualquiera; empezó ya antes, cuando en vez de concebir el sexo con él o con ella como una expresión del amor, lo veía (lo veían ambos, tal vez) como un medio de disfrute egoísta. Y así, el otro, o la otra, pasa de ser una persona respetable, a ser un objeto de usar y tirar. ¿Qué tiene de extraño que le dé una torta, si hace ya tiempo que ha dejado de respetarla, si en realidad no la ha respetado ni querido nunca?
Todas las leyes que han ido introduciéndose por la izquierda cuyo fruto, y cuyo fin es la devaluación del matrimonio y de las relaciones familiares están en la raíz del problema de la violencia de género. Pero eso la izquierda no quiere verlo, o sería mejor decir, no le interesa verlo: como siempre, primero crea el problema, para luego deplorar hipócritamente sus consecuencias, y al final termina por ofrecerse como bombero del incendio que ellos mismos han provocado, pergeñando una Ley contra la violencia de género que ha servido, de entrada, para introducir una derogación “de facto” del principio de igualdad del art. 14 de la Constitución, al establecer penas más graves por el mismo hecho si lo comete un hombre, que si lo comete una mujer. Y que ha servido sólo para combatir el problema en sus efectos, pero no en sus causas, con lo cual el problema permanecerá que, por otra parte, es lo que de verdad interesa a esta izquierda transmutada en adalid de la ideología de género: que las relaciones hombre-mujer sean y sigan siendo un campo de Agramante.
Ayer domingo 22 de Noviembre, repasando viejos recortes de prensa, hallé entre mis libros un artículo en ABC de Francisco Gil Delgado, fechado el 4-11-1990, a propósito de la trivialización de las relaciones sexuales que provocaría el uso indiscriminado del preservativo (la campaña del “póntelo, pónselo”). Hablaba también de la pérdida de los valores familiares y del respeto entre hombre y mujeres. Y decía esto: “Estamos preparando con esta campaña una generación de cazadores de cuerpos humanos, y de obsesos. Se les va a desbocar hacia el cultivo de los egoísmos, además, no se olvide que tal proyección de la sexualidad va casi siempre unida al desarrollo de los factores de violencia.”
Hace casi veinte años que alguien avisó de lo que se nos venía encima. Ahora sus palabras se han hecho realidad, pero claro, como quien lo decía era un cura, no había que hacerle caso. Era sólo un carca de esa caverna reaccionaria llamada Iglesia Católica.
Publicado por Colaborador Solúcar Magazine: Mon Mothma.
La violencia de género no desaparecerá con campañas publicitarias, con un día contra la violencia de género.....Esta lacra, como muy bien apunta el artículo, va más allá de todo eso. Hay un transfondo que nadie quiere ver pero que está presente.Vivimos ante una pérdida de valores y cada vez comprendemos menos el verdadero significado de la palabra amor.