Nazarenos





Todavía las ruedas del coche chirrian con ese sonido tan característico al hacer un giro por donde hace pocos días pasó una cofradía, todavía se encuentra en nuestras calles el rastro de cera derramado por los nazarenos en estación de penitencia, todavía podemos seguir con nostalgia el mismo recorrido que hemos hecho, mirando sobre el asfalto o el adoquinado la cera ya fría y ennegrecida.

Nazarenos.

La columna vertebral de la Semana Santa.

Largas y apretadas filas de personas ocultas bajo la túnica y el antifaz de su cofradía, cada una con su fe, o con su falta de fe, soportando el frío del amanecer o el calor de la tarde. Soportando tantas veces los pisotones de la gente, y los parones debidos a los adornos y florituras de los costaleros y los virtuosos de las bandas de música -auténticos amos de la Semana Santa actual, como si todo esto no fuera más que un espectáculo- en tantas cofradías que toman la Semana Santa como mero pretexto para lucirse. A pie firme, sin abandonar su puesto, sin levantarse el antifaz, rotos los riñones por las horas transcurridas, dolorido el hombro por la postura forzada al llevar el cirio en alto o por el peso de la cruz penitencial, soportando los empujones faltos de respeto de tantas personas que no buscan más que ver como se luce el paso en tal o cual esquina, como suena las cornetas de las Tres Caídas o las Cigarreras. Soportando también en algunos pueblos esos parones debidos al "tradicional" bocadillo de los costaleros, o la "tradicional" foto de familia de la cuadrilla con el capataz, obligando a parar toda la cofradía nada más que para eso.

Nazarenos.

Antaño eran hermanos de luz y de sangre o flagelantes. Hoy de luz y penitentes con cruz al hombro. Antes que los pasos, antes incluso que las imágenes, ya hubo nazarenos, a los que muchos con desprecio llaman capiroteros -la ignorancia es así de osada-. En los siglos tardomedievales el cortejo cofradiero sólo se integraba por estos penitentes y un sacerdote al final que portaba un pequeño crucifijo alzado entre ciriales.

Nazarenos: germen y causa del origen mismo de la Semana Santa.

Pido a Dios que permita al que esto firma poder ser su nazareno muchos más amaneceres de Viernes Santo, sintiendo el gélido aire de las primeras luces de tan sagrado día en la mano que porta en alto el cirio, sabiendo que esa llama ilumina y alfombra de cera el camino de la única Cruz alzada del amanecer del Viernes Santo en Sevilla, regresar a la parroquia y hallar allí temblorosa, todavía encendida, las luces rojas del Monumento al Santísimo Sacramento.

Fdo. Organa

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  1. Lamentablemente ya sabemos como está montado el tema de la Semana Santa actual. Ni nazarenos, ni costaleros, ni capataces, ni juntas de gobierno ni la mayor parte de las personas que rodean a los titulares de cada Hermandad cuando realizan Estación de Penitencia son conscientes de lo que hacen. Parecen no entender que están mostrando la Fe al pueblo y la penitencia es un punto clave para caminar por las calles de pueblos y ciudades. Es una constante ver como nazarenos "pasean" con más pena que gloria, costaleros alardean y blasfeman, capataces que parecen entrenar a un equipo de fútbol mas que formar a cristianos hermanos costaleros, juntas de gobierno que se dejan llevar por la corriente… y un sinfín de verdaderas incongruencias que cada vez hacen más que las hermandades se asemejen a una asociación de vecinos que a la unión de unos cristianos católicos que basan parte de su vida en la formación, los cultos y la caridad.

    Esperemos y tengamos esperanza en que muchas de ellas recuperen el rumbo de antaño y vuelvan a la razón de su existencia.

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